¡Qué desGrecia! Sí, ha leído bien, desGrecia. Por ahí han empezado estos nuestros males que ahora nos acechan, como lobos en jauría esperando a que las fuerzas nos flaqueen para asaltar nuestros pobres ahorros que, como país, hemos conseguido hasta este momento.
Hacía tiempo que los señores de la especulación (no miro a nadie pero todos sabemos hacia dónde se dirige mi mirada), el lado oscuro de la economía, no daba señales de vida, mejor dicho, señales de muerte. La serpiente de la especulación nos ha mordido de lleno, éramos los siguientes, junto a Portugal, los PIGS que con tanto deshonor nos habían agrupado, como cerdos antes de entrar al matadero.
Especula que algo queda, difama, pon en cuestión la credibilidad de cualquier tipo de institución pública o financiera y tendrás todas las papeletas para que el desconfiado dinero nos dé las espaldas buscando un mejor árbol al que arrimarse y que una buena sombra le cobije.
El especulador tiene dos armas bien cargadas: el dinero para jugar en una batalla en la que la desconfianza siempre gana, y la influencia, el lobby que permita que medios de comunicación afines o interesados puedan difundir el bulo con la suficiente credibilidad para que, con un poco de tiempo, deje de ser un bulo y gracias a la actuación de “los mercados” se convierta en una realidad aplastante de la cual ya nadie se pueda librar.
Si en el terreno de lo personal alguien difama, a pesar de que luego la fuente se desdiga, siempre queda la duda de la honestidad o fiabilidad del encausado. No digamos nada la dimensión del efecto cuando se trata de lo más desconfiado que existe en el entorno del ser humano, el dinero.
En estos días estamos viviendo este efecto que supuestamente ha sido provocado por unos cuantos especuladores, como ya sucedió en su día cuando sacaron a la libra del SME o provocaron la devaluación de la peseta. Penalmente esto se debería perseguir con más intensidad, si cabe, que cuando se trata de una difamación, pues en este caso, tan sólo con sembrar la duda es suficiente como para que todo el entramado del Estado se desmorone y esto nos va a costar mucho más que la tan traída y llevada subida del IVA en julio próximo. Esta jugada en la que unos pocos se van a enriquecer enormemente a costa del empobrecimiento de muchos tendría que ser debidamente investigada, perseguida y castigada. No puede quedar impune.
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